domingo, 13 de noviembre de 2011

Brasil: nativos de la región del Xingú



Lucharon, y aún luchan, en defensa de aquello que constituye su único bien: 
LA TIERRA.

Um sonho -Gilberto Gil
Bellisima letra!!! hemosas imágenes de los nativos de la región del Xingú!!! 



Eu tive um sonho
Que eu estava certo dia
Num congresso mundial
Discutindo economia
Argumentava
Em favor de mais trabalho
Mais emprego, mais esforço
Mais controle, mais-valia
Falei de pólos
Industriais, de energia
Demonstrei de mil maneiras
Como que um país crescia
E me bati
Pela pujança econômica
Baseada na tônica
Da tecnologia
Apresentei
Estatísticas e gráficos
Demonstrando os maléficos
Efeitos da teoria
Principalmente
A do lazer, do descanso
Da ampliação do espaço
Cultural da poesia
Disse por fim
Para todos os presentes
Que um país só vai pra frente
Se trabalhar todo dia
Estava certo
De que tudo o que eu dizia
Representava a verdade
Pra todo mundo que ouvia
Foi quando um velho
Levantou-se da cadeira
E saiu assoviando
Uma triste melodia
Que parecia
Um prelúdio bachiano
Um frevo pernambucano
Um choro do Pixinguinha
E no salão
Todas as bocas sorriram
Todos os olhos me olharam
Todos os homens saíram
Um por um
Um por um
Um por um
Um por um
Fiquei ali
Naquele salão vazio
De repente senti frio
Reparei: estava nu
Me despertei
Assustado e ainda tonto
Me levantei e fui de pronto
Pra calçada ver o céu azul
Os estudantes
E operários que passavam
Davam risada e gritavam:
"Viva o índio do Xingu!
"Viva o índio do Xingu!
Viva o índio do Xingu!
Viva o índio do Xingu!
Viva o índio do Xingu!"

INDIOS DEL XINGÚ 
El área conocida hoy como Parque Nacional del Xingú, es el resultado de la obra de los "sertanistas" Orlando, Claudio y Leonardo Vilas-Boas, quienes desde mediados de la década de los 40s se dedicaron a contactar y "pacificar" a los indios de la región del famoso Río das Mortes, afluente del Araguaia. Más tarde se internaron con su obra hacia el oeste, en la región por la que transcurre el Río Xingú, gran afluente del Amazonas. En 1961 crearon el Parque Indígena do Xingú, cuyo centro de operaciones era Diauarum, una pequeña pista de aterrizaje de la Fuerza Aérea del Brasil (FAB), quien siempre ha prestado inapreciables servicios y colaboración, tanto a los hermanos Vilas-Boas como a la población indígena de las regiones Amazónicas del Brasil. La región del Parque Indígena está ubicado en el Estado Mato Grosso do Norte, Brasil, comprendida entre las latitudes 10° y 13° Sur, y longitudes 52,6° y 54° Oeste. Se reconocen dos regiones principales conocidas como el Alto Xingú y el Bajo Xingú. A continuación se ven en la tabla algunos datos relativos al Parque Indígena (datos de 1978).
mapa de la región del Xingú. El campo de Diauarum está un poco más arriba de la mitad del mapa, cerca de la unión de los Ríos Xingú y el Suiá-Missú.

PARQUE INDÍGENA DEL XINGÚ 

Localización: 
Mato Grosso do Norte 
Área Total: 
26.000 km2 
Población: 
1.800 
Fundación: 
1961

ALTO XINGÚ
         TRIBU-    GRUPO LINGÜÍSTICO    -   POBLACIÓN
Awetí                     Tupí                                     50
Kamaiurá               Tupí                                   170
Kalapalo                Karibe                               165
Kuikuru                 Karibe                               170
Matipú                   Karibe                                 20
Nafuqué                 Karibe                                 20
Mehinaku               Aruak                                  80
Wuaruá                  Aruak                                110 
Iaualapití                 Aruak                                100



BAJO XINGÚ
         TRIBU-    GRUPO LINGÜÍSTICO    -   POBLACIÓN

Txucarramae           Je                                      220
Suiá                        Je                                      130
Krenakarore           Je                                        85
Kaiabí                     Tupí                                  290
Juruna                      lengua aislada                     70
Txicao                      Karibe                             100
Trumaí                     lengua aislada                      20

El 13 de diciembre de 1979, Eduardo Ferreyra entrevistó a Orlando y Claudio Vilas-Boas, durante la presentación en Sao Paulo del extraordinario libro producido junto a la gran fotógrafa inglesa Maureen Bissiliat, "Xingú, Territorio Tribal". En esa oportunidad, los autores del libro le dedicaron y autografiaron un ejemplar, de donde se han extraído algunas de las fotos y datos que figuran en esta página. También se obtuvieron datos del libro Indios do Xingú, por los mismos Orlando y Claudio Vilas-Boas. Publicado en 1973 por la Colección Cultural Mercator, de Gráficos Brunner, Sao Paulo. Las fotos expuestas aquí pertenecen a Maureen Bissiliat y W. Jesco von Puttkamer. Los textos y comentarios son extractados de los libros de los hermanos Vilas-Boas.

LA REGIÓN
Los bosques que cubren la región se encuadran, por su exuberancia y coloración, dentro del tipo Amazónico. Vistas desde un avión, las selvas parece un mar que se extiende para todos lados. Aquí y allá, principalmente en la parte sur de la planicie xinguana, se avistan claros, muchas veces extensos, llamados "varjoes". Otros claros menores, en el centro-norte de la región, indican el lugar de antiguas "rozas" y aldeas de indios. Pero lo que predomina es la gran selva verde oscuro, cortada por ríos sinuosos, de aguas mansas: Kuluene, Ronuro y Batové. Tres ríos que tienen sus orígenes, "cachoeiras" y saltos en las mesetas al sur de la región, y se unen en cierto punto para formar al R ío Xingú.

El Alto Xingú es rico en fauna. Allí encontramos todos los animales que hay en el Brasil Central y el Amazonas: jaguares claros y negros, tapires, pecaríes, venados, capibaras, coatíes, nutrias, arirañas, pacas, enormes "tatús carreta" y una inmensa variedad de monos. La lista de las aves, grandes y pequeñas, no es menor: mutuns, jacobins, jacús, jacamins, papagayos azules y amarillos, patos, marrecones, garzas,jaburús, manguaría, colheleiros, socós, biguás, anhumas, gavilanes y muchos otros.

El tiempo: INVIERNO y VERANO
En el Xingú el año se divide en períodos distintos: el "invierno", que comienza en Octubre y termina en Marzo, y el "verano", que va desde Abril hasta Septiembre. El "invierno" es la estación de las lluvias; el "verano" es el período de seca. En el medio, intercalado en la estación lluviosa, está el "veranito" de Enero, unos escasos días de sol que apenas alcanzan para matar la nostalgia por el buen tiempo. Comencemos por el "invierno". Diversas señales anuncian su llegada. Al principio, la "bruma seca" de Agosto, un manto espeso que envuelve a toda la región y acaba pesando en el ánimo de la gente, creando problemas para la aviación. Luego vienen otras señales: "murizocas" (mosquitos), piuns , pesadez, presión, y de vez en cuando el eco de truenos lejanos.

A fines de Septiembre, o poco más tarde, cae la primera lluvia. Lluvia refrescante que limpia el aire y acaba de una vez con la "bruma seca". Vienen después algunos días de sol, de buen tiempo, tres o cuatro como mucho. Enseguida surgen otras nubes cargadas, regresa la pesadez, regresan los "piuns" y la presión continúa bajando hasta que otra lluvia, más fuerte que la primera, se desata con estruendo, acompañada por truenos que sacuden la selva, y de rayos y relámpagos que lo iluminan todo. Es el comienzo del "invierno". De allí para adelante, el cielo permanece cubierto por una gruesa capa de nubes oscuras, de color plomizo, mientras que aquí abajo los "piuns" inician su festín, y las aguas comienzan a subir de nivel. Lluvia triste, lluvia blanca escurriéndose por la paja de las chozas y las "malocas".

Allí dentro, los indios Juruna esperan el retorno del sol. Los peces escasean, las aves desaparecen, los animales también. A esa altura los ríos desbordan ye invaden la selva. Entonces los indios toman sus canoas de tronco, un arpón de primitivo, algunas flechas y se dirige a la selva inundada en busca de los peces que están allí esperando comer los frutos que caen de los árboles. Paisaje fantástico, especialmente al anochecer. Lo que se ve son dos selvas: le verdadera y otra, reflejada en posición invertida, temblando al más mínimo movimiento de las aguas. Transcurre así el mes de Febrero y la primera mitad de Marzo.

El 19 de Marzo, día de Sao José, el nivel de las aguas alcanza su punto más alto. Después viene la bajante. En Abril, las lluvias se tornan escasas, el sol reaparece; en Mayo llega el "verano". Señales felices anuncian al verano Xinguano: blanquísimas garzas en vuelo sereno, formaciones de jaburús, bandas de aracaris, tuins, maracanás, tirivas, papagayos, periquitos.

Periquitos que llegan en enormes bandas, toman por asalto un árbol envolviéndolo por completo y, de repente, como si escuchasen una orden misteriosa, abandonan su descanso y allá van en tremenda algazara. Y así, el Xingú entra al "verano". En Mayo, Junio y Julio, se suceden los días azules, con rachas de viento que sacuden al follaje, toques de flauta y pies descalzos que golpean la tierra de las aldeas, al compás de las "maracás". A fines de Agosto, la "bruma seca" regresa para anunciar a la estación de las lluvias.
El campo de Diauarum. A la derecha se ve la pista de aterrizaje de la Fuerza Aérea Brasileña. A la izquierda, el Río Suiá-Missú


LOS INDIOS
Indio Auetí con su atavío para la fiesta del Javarí
En líneas generales, este es un territorio ocupado por varias tribus indígenas, algunas tan íntimamente ligadas que podríamos considerarlas una única nación, aunque cada cual mantenga su aldea y su propia lengua. Sus hábitos son los mismos, se organizan de idéntica manera, tienen en común las mismas creencias y supersticiones: realizan fiestas y ritos ceremoniales de una forma y esencia común, y tienen las mismas concepciones sobre las cosas y aspectos de la vida y del mundo. Ocupan la región un total de quince grupos, hablando ocho lenguas diferentes.

Ocupan la región un total de quince grupos, hablando ocho lenguas diferentes. No hay dudas de que la variedad de orígenes dio por resultado la formación de un mosaico lingüístico de los más interesantes en América. Allí están los Tupí, los Karib, los Aruak, los Je, los aislados y extraños Trumaí, viviendo todos en la fuerza de la cultura.

En el Xingú hay dos concentraciones de indios, aquellos del alto río y otros a doscientos kilómetros río abajo. Allá arriba están los Aura, los Meinaco y los Iaualapití, que hablan Aruak; los Auetí y Kamaiurá de lengua Tupí; los Kalapalo, Kuikuru, Nauquá y Matipú, del tronco Karibe y, finalmente, los Trumaí, de habla aislada. Allá abajo, entre el Río Suiá-Missú y la Cachoeira de Von Martius están los Txucarramaes y los Suiá. Llegados desde lejos, venidos desde el distante Tapajós, están los Kaiabí, de la Tupi "lingua geral". Con excepción de los Je-Txucarramaes que eran semi.nómades y tremendos vagabundos - cazadores y recolectores - todos los otros son tradicionalmente afectos a la agricultura y a la pesca.

Las cosas que cultivan son las ancestrales. La mandioca (o yuca), el maíz, el "cará" y la patata dominan sus labrantíos. El algodón perenne se encuentra en las rozas. Impresiona la variedad de la agricultura Kaiabí.

Además de las especies ya nombradas, cultivan en buena escala al "cará" gigante, al mangarito, la patata roja, y una decena de diferentes tipos de maní, para no hablar de los plátanos.
En la pesca con arco y flecha el indio puede elegir el pez que llevará a su familia. Prefieren los peces con escamas, y rechazan los peces con "cuero".
Entre los Juruna, hasta los niños gustan de la chicha fermentada - caxirí - hecha de mandioca.

Los indios del Alto Xingú tienen una dieta muy modesta. La comida básica es la mandioca y el pescado. Casi nunca comen otra carne que no sea pescado, y aún los peces se eligen con cuidado. Prefieren a los peces con escamas y rechazan a los de "cuero". Entre los animales con piel, no van más allá de los monos. De las aves, sólo dos o tres son apreciadas por ellos, mutúm, jacobins y jacús. Los ancianos, de modo especial los "pajes" (o brujos) comen mucha pimienta.

La mandioca entra en su dieta bajo la forma de "beiju". La traen de la roza y, una vez rallad y convertida en masa, a esa altura aún venenosa (madioca brava), la llevan al fuego renovando alguna veces el agua, hasta conseguir la refinación de la harina, conoocida en BRasil como "farinha".

Los indios aprovechan todos los frutos silvestres. Hay una gran variedad. El indio dice: "La fruta que encontramos comida por los monos, también es buena para nosotros."

Joven Juruna tocando una flauta de bambú, subido a una palmera "burití". Los frutos son usados para fabricar una pasta comestible, sumamente nutritiva.

Los Xiguanos viven bien. Sus aldeas son amplias, hechas sobre terreno firme, libres de las crecidas y, muchas de ellas, fuera del alcance de los murizocas (mosquitos de piernas largas). Las "malocas" son espaciosas, midiendo a veces 24 metros de largo, 14 de ancho y 7 de alto. Los techos son de "sapé", hojas de palmera entretejidas, atadas a una estructura de varas buen amarradas. Tienen dos puertas de 1,50 m de altura, abiertas en lados opuestos, una bien al frente de la otra.

Las moradas son construias alrededor de un patio extrenso. Allí se hacen todas las fiestas, ritos y ceremonias. Y aún en ese patio, al frente de las moradas, sepultan a sus muertos.

Las casas son habitadas por grupos emparentados. Las hamacas, hechas por las mujeres, son tejidas con algodón nativo y fibras de la palmera "burití", dispuestas dentro de la casa de modo de dejar un área central libre para la circulación. Durante la noche, al lado de cada hamaca, arde un fuego, tanto más intenso cuanto más frío haga.

La casa tiene una especie de responsable que es el jefe económico del grupo. Es quien lidera los trabajos de la roza; quien escoge el lugar, dirige la tala de los árboles y quien realiza el sembrado.

El jefe general de la aldea no tiene autoridad física sobre ningún indio. Es un patrocinador de las fiestas y ceremonias. Orientado por los "pajés", habla a la aldea, invita a las fiestas colectivas, sugiere el "moitará" - el comercio de trueque - la mudanza de la aldea y es quien intentqa mantener viva las tradiciones de la tribu. El discurso del jefe a la aldea se hace de madrugada, empuñando el arco y un manojo de flechas.

El indio decide por sí mismo. Nadie decide lo que tiene que hacer. Es un hombre libre. Lo que mantiene la unidad tribal es la fuerza de la cultura y de sus tradiciones. No le reconoce a nadie la autoridad para imponer castigos o penas. Muy temprano, el niño se compenetra de su posición dentro de la comunidad, y pasa a coportarse como un adulto. A la edad de doce años es dueño de todos los conocimientos y las tradiciones de su pueblo.

Los padres no castigan a los hijos. Los respetan. Niños y niñas, a su vez, no hacen travesuras que puedan enojar a sus padres.
Niños Txucarramaes. Los niños son siempre alegres...

Una vez, un niño le pegó fuego a la aldea. Hubo corridas, gritos, risas, pero ninguna reprimenda para el niño. El perjuicio fue grande. Preguntados sus padres si habría un castigo para el hijo, respondió sorprendido: "¿Cómo? Es un niño, él puede hacer eso." Pasaron a llamarlo, en broma, "Conomét aratá", el niño de fuego.

El indio es alegre. Casi nada lo entristece. Se ríe las dos terceras parte del día. Todo es motivo de gracia, en especial el civilizado que recién llegay, torpemente, trata de hacer algo que es hábito del indio: lanzar una flecha, tocar la flauta, etc. El indio es bromista. Al blanco que llega, a veces le colocan una adorno de plumas en su cabeza. El "caraíba" (blanco) sale vanidoso, coronado. Casi siempre, esa coronación es la risa de la aldea.

Procure no tropezar y caer cerca de un indio; puede morir de tanto reír. Su caída será narrada a la noche, recostados en sus hamacas, comentada y gozada de manera tremenda.

Los indios son muy apegados a sus tradiciones, a sus hábitos. Nada sucede en la aldea que no haya sido previsto. En el casamiento, por ejemplo, no puede haber consanguinidad. El primer enlace es un acuerdo previo entre los padres. Así se ven que una niña de 3 años ya está comprometida con un niño de 12.

Entre los indios, la mujer tiene una vida más corta que el hombre. Durante el noviazgo, éste es comedido, sin la exuberancia del noviazgo civilizado. El beso forma parte de la relación amorosa del indio, pero siempre es en el rostro, sin los arrumacos de nuestros enamorados.


Madre e hija Juruna. En la raya del peinado, el algodón fijado sobre la cabeza, con la flor del bananero bravo, es el símbolo de la tribu.
Toda pareja debe tener hijos. Normalmente, una vez transcurridos dos años desde el casamiento, si no hay hijos, éste es desecho, yendo los novios a otros enlaces, tratando de lograr que no tuvieron durante el primero. La india practica el aborto, cuand la gravidez es reciente, si ocurre una desavenencia seria en la pareja; si el suegro se indispone con el yerno o, también, por influencia de la suegra.

Ninguna criatura puede sobrevivir si es nacida de madre soltera o viuda. Los indios no se partan un ápice de las normas que consituyen el equilibrio de su comunidad.

Las atribuciones del hombre y la mujer son bien diferentes. Uno no invade el terreno del otro. Los objetos de cada uno son estrictamente privados. Lo que es de él, la mujer no toca; en los de ella, él no se entromete. La mujer cocina los pces, su atribución. Asar los peces es atribución del hombre, esto porque asar implica el fuego, y es del hombre la función de cortar la madera. La olla grande de barro pertenece a la mujer, por ello de ella es la función de buscar el agua del río.

Durante el "moitará" - trueque entre aldeas - sólo se pueden negociar los objetos de su propiedad. El "moitará" de los hombres es organizado, casi sin ruido, y sigue normas establecidas. El "moitará" de las mujeres es confuso, ruidoso y ellas hacen lo que los hombres son incapaces de hacer: despreciar el objeto de la otra parte...


 
Mujer Txucarramae, 
ataviada para la ceremonia del Javarí
Los xinguanos reviven en sus ceremonias algunas de sus leyendas. Si gran mito, sobre el que se basan casi todos los ritos de la Creación, tuvo por escenario la confluencia de los formadores del Xingú, lugar que todos los indios llaman Morená. Es la tierra sagrada de los Xinguanos. Allí residía su gran héroe MAIVUTSININ, autor de la madre del sol y de la luna, los gemelos legendarios. Pero Maivutsinin también hizo a la gente. Los hizo a todos, a los buenos y a los malos. Los buenos son ellos, los dueños de la leyenda; los malos son los enemigos, teniendo al frente a los Je-Botocudos.

Los Txucarramaes son los malos de la leyenda. Sin agricultura ni casas, los Txucarramaes - cazadores y recolectores - cubrían distancias enormes de la planicie espesa de la Amazonia. Cunado las selvas comenzaron a sr invadidas por los hombres de la industria extractiva, el choque se tornó inevitable.
En los seringales y los castañales, los llaman "Caiapó". Son terribles, dicen los hombres del seringal. Se pintan de negro, se arrastran por la selva, desaparecen en el follaje y surgen de repente en frente de sus víctimas.
El grito "Caiapó!" electriza los castañales. La noticia de que alguien ha visto a un "Labio-de-palo" es motivo de alarma. La fama les viene de lejos. El etnólogo Von den Steinen, al referirse a ellos, escribió: "hordas terribles de indios inferiores".

El descanso del guerrero. Indio Txucarrame fuma una pipa durante un alto en la partida de caza. Sobre su brazo derecho descansa la "borduna" o "macana", terrible arma medio espada, medio garrote, hecha de la durísima madera "Pau Roxo".


Qué engaño! Lucharon, y aún luchan, es verdad, en defensa de aquello que constituye su único bien - la tierra.

Cuántas historias se cuentan! Tal ves sean los Je, dicen los antropólogos, la primera camada pobladora de América. Son los dolicocéfalos de Lagoa Santa. Cuando los encontramos, traíamos de los indios Karib la advertencia - "Aveotó" - hombres sin arco. Fueron los Juruna, sus enemigos eternos, los que nos dijeron: Txucarramae, significando también, "hombres sin arco".

Fue en la margen alta, allá abajo, cerca de la Cachoeira de Von Martius, donde tuvimos el primer contacto con estos indios. Eran al principo unos 40 que, inquietos y curiosos, se agolpaban en la barranca. No vimos mujeres, ni niños. Sin duda se trataba de un grupo de caza. Tenían ellos sus labios inferiores deformados exageradamente por enormes discos de madera. Traían las orejas rasgadas y los cabellos afeitados por encima de la frente, y hacia atrás creciendo libremente.

Estaban casi todos ennegrecidos con jenipapo (pintura negra vegetal) Más tarde vimos a las mujeres. Eran altas y fuertes, de habla suave y, casi todas, traían una criatura colgando de una faja de fibras vegetales.

De su alimentación, nos llamó la atención un tipo de fruto recogido del "bananero bravo". No es propia-mente un cacho, sino una penca de un fruto de cáscara muy dura, con una remota forma de banana, que ellos asaban, rompían con piedras y comían sus semillas.

Los Txucarramaes son hoy nuestros grandes amigos, aunque en el pasado, durante nuestra marcha de acercamiento, fuimos aprisionados por ellos y empujados selva adentro hasta una aldea distante. Allí fuimos tirados cerca de un fuego y rodeados por ellos. En esa noche, oscura y amenazadora, ellos estaban pintados de negro, portando pesados garrotes, visiblemente enojados.

Eso ya quedó atrás. Hoy ellos son dóciles, y siem-pre que llegamos allá, nos reciben llorando - un saludo lacrimoso.

Pintado con urucúm (pintura roja) y tabatinga (barro gris), el indio aguarda su hora de participar en la ceremonia del Javarí (foto izq)                           Indios Txucarramae ataviados para una de sus tantas fistas y ceremonias rituales. (foto der)






Un guerrero Suiá, con el enorme "batoque" de madera que deforma su labio inferior de manera exagerada. Para ellos es el sumum de la belleza.







Los Juruna, en nuestro primer encuentro, nos mantuvieron a distancia con sus arcos tensados. A nuestros llamados, la vieja Jacuí, de 70 años y más de 100 kilos de peso (según nos enteramos después), respondía bajito: "aunque", - NO.

En la aldea Suiá entramos de súbito. Reaccionaron a la aproximación. Agitados al comienzo, nos amenazaban con sus arcos. Hubo corridas, gritos y fugas. Algunas mujeres estaban vestidas con faldas de corteza de árbol. Huían para la selva.

"Tahahá tahahá, caraí itahahá" - (bueno, blanco bueno). Nuestros gritos no surtieron efecto alguno. Recordamos, entonces, lo que nos había enseñado el viejo Caratsipá, Tupí: "Takará, takará (nombre de un viejo jefe suiá, desparecido hace mucho),. De la confusión, un indio volvió. Se golpeaba el pecho diciendo: "Yo soy Takará!". Era el abuelo que regresaba con el nieto. Todo se arregló. No abrazamos con los Suiá.

Los Kaiabí vinieron de la distancia. Vinieron siguiendo nuestras huellas de la marcha sobre el Tapajós. Nos hicimos amigos. Allí, en el Paranatinga, el Teles Pires o el Sao Manuel. Nos miraron con desconfianza desde la otra orilla del río, algunas veces gritando "Tapui Tsí, Tapuin Tsí", queriendo decir "extranjeros blancos".

Se acercaron lentamente. Vinieron a través de la selva, de árbol en árbol, mirándonos desde lejos. La tarde era caliente. La hamaca se balanceaba atrás, adelante, atrás, adelante.

De súbito, cerca de nosotros, recostado contra un tronco, un indio nos observaba. Saltamos de las hamacas. Él era pacífico. Parecía haber una actitud de humor confidente en el indio. Le preguntamos: "Maití nererá?" (¿Cuál es tu nombre?). Nos respondió "Poretaí". Oh! Era Tupí.

Cuando regresamos al Xingú, los Kaiabí del Río Sao Manoel vinieron con nosotros.


El indio ha alcanzado un total equilibrio con la naturaleza. Por ello es fácil comprender porque no se extasía delante de una exuberante cachoeira o del empuje de las aguas de una corredera, a aún frente a la belleza de una flor, de los colores de una mariposa, o del colorido de las plumas de un tucán o de una "arara". Tampoco se detiene en la selva para escuchar el canto del Uirapurú-corneta, como no se espanta del rugido de los jaguares o el sordo roncar de los jacumins. Esa naturaleza es de él, y él es parte de ella.

Nota de Eduardo Ferreyra: este concepto de equilibrio con la naturaleza, es decir adaptación a su medio, ha sido tomado por muchos como de "armonía" con el medio. Equilibrio no es armonía. Para comprender mejor esta diferencia lea ( haga click en el link) el Capítulo 10, Amazonas, de "Ecología. Mitos y Fraudes" en este mismo sitio de la web.



Cuando alguna cosa lo atrae, él simplemente la transfiere para sí. El rojo chillón de las plumas del "arara" (o papagayo) lo transfirió al "urucum" con que colorea su cuerpo. Delante de una flor no se detiene y dice:"Qué linda flor!". Dice: "Es roja". El indio no se extasía ante nada en su mundo. Es el dueño absoluto de sus cosas. Es un rasgo de su cultura, y lo mismo prevalece para los niños. Por ejemplo, un niño toma un pajarito o un pichoncito recién salido del cascarón, y lo agarra con fuerza. Si alguien le advierte que el pajarito podría morir, un adulto responde: "Es suyo, hace con él lo que quiere..."

Equilibrado en su ambiente, el comportamiento del indio dentro de la vida tribal es, en esencia, el de una perosna completamente libre en el seno de una comunidad que se da el lujo de vivir sin jefes, donde nadie da órdenes a nadie. No existe autoridad física pues el jefe de la aldea es sólo un hilo de ligazón, hilo que lo cotidiano al mundo sobrenatural, a la comunidad a los "pajés". Su función es puramente social. No tiene poder deliberativo, poder de comando; él es un equilibrador.

Un jefe tiene que ser un grand orador, una perosna sumamente buena, comprensivo y consejero. Puede dar consejos, pero no órdenes. Quien rige el equilibrio de la comunidad es lo sobrenatural, la presencia de lo sobrenatural que está, en todo momento, en la voz de los "pajés".

La importancia del hombre está siempre ligada a mayor responsa-bilidad; cuanto más importante, más responsable. El hombre no se beneficia con el poder; el poder se diluye en los intereses de la comunidad. Es muy rara una pelea en la aldea; nunca presenciamos una. Hay un gran respeto mutuo. El desentendimiento rompe el equilibrio tribal. Equilibrio que es regido por su mundo mítico y mágico. Mundo ese, dl presente y del pasado, ritmo de la vida, de la naturaleza, de la propia aldea, y la explicación de ser.


 
 
Niño iaualapití sentado sobre un banco de madera tallada y decorada en forma de ave. Todos los objetos tienen que ser decorados para tener significado.


Un niño pide consejo, el padre conversa con su hijo sin la preocupación de enseñar. La armonía nace una relación estrecha entre padre e hijo. El niñi alcanza la madurez adulta muy temprano. Con 11 o 12 años, ya tiene el cono-cimiento de un adulto. A esa edad ya sabe lo que será, y sigue su tendencia: pescador, constructor de casas, tocador de flauta, (menos pajé, porque esa función es una revelación que exige una larga iniciación). No necesita de una escuala ni de alguien que venga a enseñarle. La escuela es el padre, pero el padre no es maestro. No enseña; apenas hace y el hijo aprende viéndolo, ercogiendo la experiencia del padre. Padre e hijo conversan como dos adultos. Si, por un lado, el padre no castiga al hijo, por su parte el hijo no da motivos para contrariar a su padre.

El niño es el soberano de la aldea. Si por acaso, un niño incendia una casa, no hay que reprenderlo, ni tampoco observar el descuido de sus padres, aunque se sepa que el incendio de una casa implica una aldea quemada. Pasado el susto, ríen. Se tiene la impresión de que la Providencia así lo dispuso, porque con el desastre se con-fraterniza la comunidad en un esfuerzo común para la construcción de una nueva aldea. Y no se debe pensar que se trata de una tarea rápida. Cuatro, seis u ocho malocas de 30 metros de largo, llevan uno o dos años de trabajo. No es que sea pesado el trabajo, ni tampoco que el material requerido sea inmenso, sobre todo el volumen del "sapé" [material para el techo] arrancado en la fecha justa, tamaño apropiado, y cantidad elevada, a veces varios cientenares.

Los bienes del indio son de cada uno. Todo lo que posee es enterrado con él. No acumula herencia, no acumula riquezas, no hay necesidad. El indio no tiene pespectiva remota del futuro. El futuro, para el indio, es cosa inmediata. No tiene sentido preparar una vida mejor para su hijo. Lo que le da al hijo es la enseñanza, la expe-riencia. Es la mejor herencia que puede transmitir a sus descendientes.








Maloca xinguana, en una aldea Mehinaku, de 30 a 40 metros de largo, 16 de ancho y 9 de altura: la intrincada armazón de las viviendas está construida con maderas flexibles llamada "pindaíba", se proyecta hacia arriba, formando una cúpula oval cubierta con fajas secas de "sapé". Obra maestra de arquitectura, con un sistema de ventilación perfecto que depende de un sobretecho, es deliciosamente fresca en verano, y agradablemente cálida en las noches frías de invierno. 
Estructura de la maloca, vista desde su interior, durante la construcción.


Nota de Eduardo Ferreyra: El libro de los hermanos Vilas-Boas fue escrito y publicado en 1979, cuando todavía los indios del Xingú se hallaban bajo la protección de los Vilas-Boas y de la Fuerza Aérea de Brasil. Las coasa han cambiado mucho desde entonces, cuando las organiza-ciones ecologistas, en especial Survival International y el WWF comenzaron sus campaña "Salven las Selvas Lluviosas". Las consecuencias fueron varias:

Los hermanos Vilas-Boas fueron expulsados del Parque Nacional del Xingú por el gobierno, sin darles las gracias por los servicios prestados. El cantante de Rock Sting hizo famoso al cacique Raoni, lo llevó a Europa, lo pre-sentó a la sociedad civilizada para juntar fondos destina-dos a "salvar" las selvas del Amazonas. Raoni regresó al Xingú provisto de una carísima videocámara HI-8 y todas las "mañas" aprendidas de sus "amigos" los Europeos. La corrupción se extendió, se crearon "internas" dentro del movimiento indigenista y terminó con el desencanto de Sting por la causa. De allí en adelante se olvidó de las selvas lluviosas y se dedicó al Rock, cosa que jamás debió dejar para incursionar en terrenos desconocidos.

La creación del Parque Nacional Yanomami, en la frontera entre Brasil y Venezuela es un buen ejemplo de lo que traman las organizaciones inglesas. Se trata de una región de 17,8 Millones de hectáreas de selva amazónica para "preservar" allí al grupo indíge-na Yanomami (lo correcto sería decir Yanoama) uno de los grupos humanos más primitivos de la Tierra. El proyecto firmado en 1991 por los gobiernos de ambos países concedió, de esa manera, unas 9.000 hectáreas a cada indio que vive en esas regiones. En Brasil, se habían establecido ya 250 reservas indígenas y otras 256 estaban por definirse, reservando para 300.000 indios (el 0,2% de la población) el 10,5% del territorio de Brasil.

Como lo prueban todos los documentos relacionados con el caso, la idea de la reserva Yanomami ha sido impulsado de manera personal por la familia real Británica desde hace 30 años. En 1969 se fundó Survival International -la sección dedicada a los "humanos" del WWF- y en 1990 y 1991 viajaron al Brasil los príncipes Carlos y Felipe promoviendo al plan, en 1990 enviaron a Lady Lynda Chalker, ministra británica de Fomento Ultramar (antiguamente llamada La Oficina Colonial), y en 1991 el WWF dirigió una vasta campaña publicitaria y de presión política apoyando al plan. Otras piezas del rompecabezas se componen del anuncio de sir Walter Bodmer, presidente de la organización Genoma Humano, afirmando que los yanomami serían la primera tribu cuyos genes se congelarían para archivarse en el Museo de Genética Humana de Londres, como parte de la "biblioteca de genes de pueblos en extinción".

Curiosamente, los dos presidentes que firmaron la puesta en marcha de este plan de la Corona Británica - Fernando Collor de Melo y Carlos Andrés Pérez- fueron expulsados de manera ignominiosa por corruptos. Los gobiernos que les sucedieron se han negado a dar el paso exigido por Inglaterra: la abdicación de su soberanía en la región. ¿Edén Verde o Ghetto?

El indigenismo - para decirlo de una vez - es concepción que el ecologismo del WWF tiene para impe-dir que los pueblos "indios" de América se "civilicen" para poder agruparlos en "reservas indígenas" que estarán fuera del control y soberanía de los países Latinoamericanos, dejando esas funciones para ONGs que, por supuesto dependen de la central ecologista del WWF. El objetivo es doble: como la mayoría de las reservas propuestas tienen grandes riquezas minerales, petrolíferas y boscosas, esos recursos quedan fuera de la explotación de los países a quienes lógicamente les pertenecen. El otro objetivo es la atomización (o balcanización) de los estados para lograr una paulatina y efectiva perdída de la soberanía de esos países sobre sus recursos naturales, tal como ha venido sucediendo en el continente Africano desde la época colonial.

El instrumento musical más importante entre los indios es la "maraca" rellena de semillas.
El principal cantor Krahó al mismo tiempo compositior y director del coro de jóvenes, mujeres y hombres, indica mediante el ruido de las semillas el ritmo a seguir.
Un "pajé" Kaiabí, el hechicero de la tribu, tocando la tradicional "flauta de Pan" del Xingú. La población Kaiabí es de unas 280 personas, y hablan la lengua Tupí, de la variedad "lingua geral", ampliamente usada por los indios del Amazonas Brasileño

Indio Auetí con su atavío para la fiesta del Javarí
Indio Auetí con su atavío para la fiesta del Javarí

Desde que nace hasta que muere, el indio no usa más de 80 a 100 objetos. Se pueden contar como obejtos dife-rentes las diversas claes de bancos, flechas y adornos plumarios. En este particular, el contraste con la socie-dad "civilizada" es inconmensurable. Hay quienes dicen que la cultura de nuestros indígenas es estacionaria. No se puede negar que hay gran parte de la verdad de ello. El arco que hace hoy, sus antepasados lo hacían con la misma madera, el mismo gesto, y el mismo proceso. No procuró mejorar la técnica, variar la madera, o la cuerda. El indio es observador, pero no es investigador. No hay ninguna duda que, en ese aspecto, se detuvo en el tiempo y el espacio. En otros aspectos, nos da profundas enseñanzas, sobre todo en lo que se refiere al compor-tamiento de los niños dentro de la .

El indio no es ambicioso. No es ocioso, no quiere acumu-lar más de lo que tiene. Una aparente simplicidad escon-de una sociedad extemadamente compleja en su organi-zación. Él es libre. Tan libre que se decidirá pasar el día gritando en el medio de la aldea y nadie podrá decirle nada. A lo sumo, dirán "Pucha! Cómo le gusta gritar!". Si el sol nace, sube y llega a mediodía, y el indio no quiere levantarse de su hamaca, nadie podrá llamarle la aten-ción, observando: "Levante, levante hombre , vamos a pescar, cazar, danzar o luchar". No. Nadie puede hacer eso; ni la mujer ni los hijos y ni siquiera los padres. Lo llaman "ipitú" - perezoso- sólo en broma. Nadie tiene el derecho a juzgar a nadie.

Otro rasgo de la cultura tribal consiste en que ningún hombre puede permanecer soltero. Nadie lo prohíbe, pero la comunidad no lo tolera. No hay imposiciones para casarse, pero el hmbre no dirá que no. El indio se casa en el momento adecuado. La aldea necesita crecer. En una sociedad indígena nadie podrá depender de nadie. No podrá sobrevivir nadie que no tenga la capacidad de hacerlo por cuenta propia. Si una criatura nace con algún defecto físico que le impedirá subsistir por cuenta propia, es eliminado por algún pariente próximo, generalmente por un tío. La comunidad no se responsabiliza por nadie. Lo mismo para los viejos, cuando comienzan a sentir que le están faltando las fuerzas para sobrevivir, provoca la muerte para no depender de nadie. Lo presenciamos con el viejo Caratsipá.
 
EL ARTE INDÍGENA
El arte es inherente al indio. Se manifiesta en todo lo que hace, ya sea en un simple arco o en un elaborado "kanitar" de plumas, o sino en la cerámica zoomórfica caprichosamente pintada. En el alto Xingú, la cerámica es completamente utilitaria. Aunque sea utilitaria, una olla sólo es olla si está totalmente decorada; si no está pintada, no es una olla. La pintura es lenta, sus ingredientes son secretos, y todo desaparece rápidamente cuando se coloca sobre el fuego, encima de tres piedras.

Los indios Mekrangnotire (Txucarramae) recubern la empuñadura de su "tacape" [garrote o borduna] con tallos estrechos de la palmera burití, ingeniosamente entrelazados con otros de color negro de la cáscara del "cipó imbé". Una vez lista la borduna, salen a la cacería de pecaríes, antas y otros animales. Cuando alguien le comenta "¿Para qué tanto trabajo, tanto capricho para matar pecaríes? ¿Por qué no matarlo con un pedazo de palo?" La respuesta es inmediata: "El indio no es un bicho. No mata con palo. Mata con arma. El arma precisa estar bien hecha." En resumen, la borduna, para ser borduna, tiene que ser lisa o estriada con un diente de "paca", y un tercio, por lo menos, recubierto del trenzado, con la punta más gruesa que la empuñadura.

Los collares de caracolillos -"urapeí"- y los de conchillas -"uruca"- hechos por los indios del grupo Karib, son piezas de arte que exigen una técnica refinada, paciencia y gusto. la paciencia es el requisito principal. Puede afirmarse que el tiempo no existe para el indio. ¿Qué puede interesarle a un indio llevar la cuenta del tiempo? Nada, absolutamente para nada. Para el "civilizado" el tiempo es una cosa marcada, contada minuto a minuto. Para el indio no existen días, semanas, meses o años. Existe, eso sí, el fluir silencioso de las horas. Integrado al medio, el indio vive el presente.

Fuente: http://www.mitosyfraudes.org

1 comentario:

  1. Gracias Liliana Seró!!!por compartir ese hermoso video de Gilberto Gil en Por la defensa de los pueblos originarios.!!! "Un sueño... para despertar las mentes."

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